El Trabajo de las Escorts en los Pueblos Mesoamericanos
f10Entre los aztecas, Cihuacalli era el nombre dado a los edificios controlados donde El Trabajo de las Escorts era permitida por las autoridades políticas y religiosas. Cihuacalli es una palabra náhuatl que significa Casa de las mujeres. El Cihuacalli era un recinto cerrado con habitaciones, todas con vistas a un patio central. Había una estatua de Tlazolteotl en el centro del patio, la diosa de la purificación, baños de vapor, comadronas, suciedad y una patrona de los adúlteros. Las autoridades religiosas creían que las mujeres deberían trabajar como escorts, si lo deseaban, solo en esos locales custodiados por Tlazolteotl. Se creía que Tlazolteotl tenía el poder de incitar a la actividad sexual, mientras limpiaba el espíritu de tales actos. Bernal Díaz describió a numerosas escorts entre los aztecas, así como a sacerdotes solteros del templo que se dedicaban a la sodomía. Las escorts incas estaban segregadas de otras personas y vivían bajo la supervisión de un agente del gobierno.
Era algo común El Trabajo de las Escorts en el Imperio Azteca. Eran conocidas como “āhuiyani”, una forma eufemística de decir “tener lo necesario o estar feliz”. Las autoridades políticas y religiosas permitían El Trabajo de las Escorts siempre que se realizara junto a los caminos o en los edificios destinados para tal fin, conocidos como “Cihuacalli”, si bien las mujeres que ejercían cobraban dinero por ello, no tenían un estatus social elevado, sino todo lo contrario. Mientras tanto, en la América precolombina, las escorts del pueblo azteca se clasificaban entre aquellas que se ejercián el ejercicio de Escorts o acompañantes como parte de un intercambio económico, y las que cumplían una función ritual como acompañantes de los guerreros, con quienes tenían la posibilidad de casarse.
La Edad Media
Es una época histórica de grandes contradicciones respecto a El Trabajo de las Escorts. Es un período histórico dominado por la Iglesia y la “fornicación” es considerada un pecado. Pero por otro lado, existía una cierta tolerancia universal por parte de todos, incluyendo las autoridades religiosas. Así lo vemos en diversos Estados de gran poder como Venecia, cuyo Gran Consejo en el año 1358 declaró que “El Trabajo de las Escorts es absolutamente indispensable para el mundo”. Incluso la Iglesia la permitió en algunos sitios, aunque era necesario que se distinguiesen de las “mujeres decentes”, por lo que su vestimenta era diferente a las de las demás. En Florencia por ejemplo, era frecuente que llevasen campanas en sus sombreros y guantes, en tanto que en Milán llevaban un manto negro. Muchas otras ciudades observaron el negocio y crearon burdeles para generar ingresos a través del oficio más antiguo del mundo, gestionándolos el mismo Estado. No fue fácil para las escorts, pues muchos Estados se esforzaron por erradicarlas por completo desterrándolas o enviándolas a zonas suburbanas que pronto se convirtieron en barrios marginales, aunque esto no detuvo el ejercicio de El Trabajo de las Escorts pues la demanda era demasiado grande, incluyendo personas de la nobleza o incluso a miembros del clero.
Durante la Baja Edad Media El Trabajo de las Escorts fue objeto de críticas morales y una reglamentación más o menos permisiva. El Trabajo de las Escorts podía estar confinada en determinados barrios y estar restringida en determinadas fechas, como la Semana Santa.
La erradicación de El Trabajo de las Escorts no se concebía posible, dado lo inevitable del pecado, y su papel de mal menor que evitaba que el deseo irrefrenable de los varones fuera en contra del honor de las doncellas y las mujeres respetables y se consideraba que evitaba la homosexualidad. Algunos burdeles eran regentados por los propios municipios, y desde mediados del siglo XIV, estos concejos o asambleas de vecinos regulaban El Trabajo de las Escorts arrendando los establecimientos a los padres de la mancebía que controlaban rigurosamente a las escorts, que debían ser solteras, con buena salud y someterse regularmente a inspecciones sanitarias y de higiene corporal. Entre los padres de la mancebía se encontraban caballeros de alto rango que participaban en un negocio muy lucrativo. El mayor barrio de escorts en la Edad Media estaba en Valencia