El Trabajo de las Escorts en la Época Moderna
En la Época Moderna sucede algo muy particular y prácticamente desaparece la figura de la “prostituta”, pero aparece una figura que similar a una escort. Sin embargo, debemos tener cuidado al equiparar una escort con una meretriz, pues este paralelismo se comienza a realizar en el siglo XIX, la escort era simplemente un miembro más del séquito del Rey y no necesariamente debían ejercer el oficio, aunque sin duda hay muchas mujeres célebres en esta época. Uno de los personajes más importantes de esta época es sin duda Ninón, pseudónimo de Anne de Lenclos, quien tuvo más de 5.000 amantes a lo largo de su vida, además de ser una de las más serias confidentes de Luis XIV.
Nació en el año1620 y fue hija del señor de la Douardière Henri de Lenclos, convirtiéndose prontamente en escort de la corte de Luis XIII, hasta que en el año 1667 estableció el célebre salón de L`Hotel Sagonne en París, el que era frecuentado por grandes figuras literarias y políticas de la época, donde debemos incluir al joven Arouet, quien más tarde sería conocido como Voltaire y a quien Ninón le legó en su testamento 1.000 coronas para que pudiese ampliar su biblioteca.
Destaca por su cultura, su facilidad con las letras, su gran ingenio y enorme sentido común, le hicieron ganar el respeto no sólo de los intelectuales del momento, sino también del propio Luis XIV, quién solía tener encuentros con ella para solicitar consejos políticos y de quién declaró sobre ella que “Sus contradicciones preservan la urbanidad”. Pero no sólo Luis XIV le tomó como confidente, sino que también lo hizo la Reina Cristina de Suecia, quien solicitó entrevistarse personalmente con ella para recibir sus opiniones. También podríamos incluir al Cardenal Richelieu entre los interesados en Ninón, quien le ofreció una gran cantidad de dinero por pasar una noche con ella, y aunque la escort aceptó el dinero, los rumores afirman que fue otra persona la que se presentó en la habitación del Cardenal. En grandes capitales como fueron Roma o Venecia, se debió reglamentar el número de escorts por la gran cantidad que había, y todas quedaban regidas por una “Reina”, quién se responsabilizaba de hacer cumplir todas las reglamentaciones policiales para que las escorts no tuviesen problemas.